Un ataque yihadista en la carretera que une Fada N’Gourma y Pama, en Burkina Faso, acababa esta semana con la vida de los periodistas españoles David Beriain (Artajona, Navarra, 1977) y Roberto Fraile (Barakaldo, Vizcaya, 1974), que se habían desplazado a esta zona limítrofe con Benín para rodar un documental sobre la caza furtiva.
En el asalto al convoy en el que viajaban los dos periodistas españoles fue asesinado también Rory Young, cofundador de la ONG conservacionista Chengeta Wildlife, que se dedica a la defensa de los animales salvajes en esa zona del África Occidental.
David Beriain y Roberto Fraile habían dedicado su vida a recorrer países y contar sobre el terreno los conflictos en los que la sociedad se desangra gota a gota. “Me interesa saber por qué hacemos algunas cosas y por qué nos matamos unos a otros”, había afirmado Beriain en una entrevista en Diario de Noticias.
Y para responder a esa pregunta, y hacerlo además escrupulosamente y en profundidad, David y Roberto, juntos o por separado, habían cubierto conflictos en Siria (en donde Roberto Fraile ya le vio la cara a la muerte cuando le alcanzó una granada en Alepo), Afganistán, Irak, Kosovo, Congo, Colombia, México y un sinfín de países en los que había algo que contar, generalmente historias en las que emerge lo peor de las personas, pero en las que Beriain buscaba también la parte humana: “En medio de la oscuridad también hay alguna que otra luz”, dijo en otra entrevista en 2019.
Se jugaban la vida para que la información ganará al miedo. “Todo el mundo tiene más miedo que información”, comentó una vez Beriain en una entrevista con Susanna Griso, tras volver de rodar en Fukushima.
Con la muerte de David Beriain y Roberto Fraile se apaga un poco más esa antorcha que es el periodismo comprometido y que traía a la luz lo que muchos quieren mantener en la oscuridad.
Su asesinato es una doble tragedia: con su muerte no sólo se está robando la vida a una persona sino que está arrebatando también a la sociedad un trozo de libertad, se está acallando para siempre una voz imprescindible para construir un mundo mejor. No sólo los periodistas sino todos aquellos que desean sociedades libres y democráticas han quedado esta semana un poco más huérfanos.
Condolencias de la Fundación Luca de Tena
Desde la Fundación Luca de Tena trasladamos nuestras más profundas condolencias a familiares y allegados y nos adherimos a su dolor en este momento de profunda tristeza. Ante la pérdida de una vida humana en estas circunstancias, hay poco espacio para el consuelo, pero mucho para el orgullo, el orgullo por el trabajo que hicieron, porque sus voces, las imágenes que rodaron, todo lo que escribieron, no sólo perdurará para siempre para oprobio de los que no quisieron que se contara, sino que su legado es un faro que iluminará a los periodistas de ahora y a los que vendrán después.
Más información:
David Beriain fundó en 2012 la productora 93 Metros. Le puso ese nombre porque 93 eran los pasos exactos que separaban la casa de su abuela Juanita del banco de la iglesia donde rezaba. “No salía de ahí nunca. Jamás”, confesó David Beriain. Y decidió poner ese nombre al fallecer su abuela para acordarse siempre de que, a veces, las mejores historias están en los lugares más pequeños.
- Para quienes no conozcan su trabajo en la web de la productora pueden verse extractos de algunos de los documentales de David Beriain.
- Participó también en un evento TEDx, en el que, bajo el lema “Historias grandes, ojos pequeños”, dejó constancia de su forma de entender el periodismo. Como recordaba estos días Miguel Ángel Jimeno, profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra y amigo suyo, “Beriain solía decir que no hay historias pequeñas, sino ojos pequeños. David opinaba que las historias dependen del periodista, opinaba que hay que saber mirar y escuchar. A partir de ahí se descubren historias”.