A veces con la evolución implacable de las pesadillas y otras tantas en un instante…el papá, la mamá mueren obscenamente. Tu mundo, entonces, funde a negro y se instala en él la noche más fiera con visos de no terminar en madrugada. Hasta el aire y el aliento duelen y la llantina de los niños inunda la casa de melancolía. Se desnuda la vida desatenta, el alma agoniza y la mitad de las caricias se evaporan.
Pero un día amanece. Con el primer lucero del alba, la mañana de tan dorada se va haciendo miel y coincidiendo con las doce en el reloj, la esperanza que dabas por extraviada se da a conocer otra vez. Surge de la nada lo más parecido a lo que solemos entender por familia: cariño y apoyo incondicionales. Entra en acción la Fundación Luca de Tena, la mía. Y ya no se parece a una familia: ES UNA FAMILIA.